En el evangelio de Marcos se percibe con claridad el itinerario que siguen los Doce en compañía de Jesús. Después de una primera oleada de entusiasmo (3,7), la euforia desciende. Muchos siguen esperando de Jesús signos llamativos y se vuelven atrás cuando su mensaje pretende, más bien, llegar al fondo de sus vidas. También los apóstoles acusan esta decepción, que experimentan casi como un timo: Jesús parece defraudar sus expectativas. Su falta de entendimiento provoca algunas reacciones por parte de Jesús (8,17-21). Pedro personaliza el descontento del grupo, su desacuerdo con la forma con que se están desenvolviendo las cosas. Pero ya antes, en el capítulo 4, aparecen esbozadas las tres crisis de los discípulos, a las que Jesús da respuesta mediante tres parábolas. Por esa razón, este capítulo 4 se conoce como “el capítulo de las crisis”.
– Crisis de eficacia. La palabra de Dios es eficaz, pero no produce un fruto automático (4,1-9). La semilla no fructifica si es comida por los pájaros (deseo de triunfo y de ser más), si no echa raíces (aceptación puramente exterior, estética y esnobista) o si es ahogada (por las preocupaciones de la vida presente, por el atractivo del dinero o del poder).
– Crisis de responsabilidad. Aunque la semilla se adapta a las diversas condiciones del terreno, también es verdad -contrapunto necesario- que crece sola (4,26- 29). De esta manera Jesús quiere enseñar a los suyos que la palabra da fruto a su tiempo, que no se desanimen, que es necesario sembrar con confianza, que ella sola dará su fruto.
– Crisis de relevancia. La parábola de la semilla de mostaza (4,30-32) pretende ser la respuesta a otra situación del grupo. Los apóstoles comprueban que poco a poco el grupo de seguidores se reduce, que mucha gente no toma en serio al Maestro. Jesús educa su confianza, les pide firmar una letra en blanco. El Reino de Dios desarrollará una inmensidad a partir de algo minúsculo. Esa es su extraña lógica de crecimiento.