Juan 21, 1-14
Jesús se apareció otra vez a sus discípulos, a orillas del lago de Tiberias. Simón Pedro les dijo: “Me voy a pescar.” Ellos contestaron: “Nosotros también vamos.” Fueron, pues, y subieron a una barca; pero no pescaron nada. Cuando comenzaba a amanecer, Jesús se apareció en la orilla, pero los discípulos no sabían que fuera él. Jesús les preguntó: “Muchachos, ¿no habéis pescado nada?” “Nada” -le contestaron. Jesús les dijo: “Echad la red a la derecha de la barca y pescaréis.” Así lo hicieron, y luego no podían sacar la red por los muchos peces que habían cogido. Entonces aquel discípulo a quien Jesús quería le dijo a Pedro: “¡Es el Señor!” Apenas oyó Simón Pedro que era el Señor, se vistió, porque estaba sin ropa, y se lanzó al agua. Al bajar a tierra encontraron un fuego encendido, con un pez encima, y pan. Jesús les dijo: “Traed algunos peces de los que acabáis de sacar.” Jesús les dijo: “Venid a comer.” Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían que era el Señor.